sábado, 11 de julio de 2009

Sonora: Resultados de una pelea anunciada

Cuauhtémoc Mávita E./periodista
Hace seis años Eduardo Bours Castelo (PRI) le ganó la elección para gobernador de Sonora a Ramón Corral Avila (PAN). Ambos fueron protagonistas de una contienda que se caracterizó por las descalificaciones mutuas antes que por las propuestas. El PRI exhibía al panista como un “ex convicto y contrabandista”, y el PAN devolvía la pedrada pintando al priísta como un “corrupto y cobarde”.
Así llegaron a las urnas el 6 de julio del 2003: confrontados y sin la menor intención de limar diferencias. Bours Castelo, se impuso al obtener siete mil 923 votos más que Corral Avila. Este último decidió impugnar la elección.
Sin embargo, el Tribunal Estatal Electoral (TEE) declaró improcedentes los primeros recursos de queja interpuestos por el PAN, e inclusive el PRD, ya que habían sido presentados de manera extemporánea, algunos no contaban con firmas autógrafas y a otras les faltaba el recurso de protesta. Con motivo de lo anterior Acción Nacional apeló ante la segunda instancia del TEE y posteriormente ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
La historia que se escribió ante el TEPJF ya es de todos conocida. Acción Nacional demandó se anulara la elección de gobernador sobre la supuesta inequidad generalizada sustentada en lo que se conoce como nulidad abstracta en lugar de impugnar casillas específicas para lograr su anulación y un nuevo conteo de los votos. No logró finalmente convencer al tribunal de que existió un ambiente generalizado de irregularidades, y se quedó en el camino.
Lo anterior lo comento, ya que este 5 de julio se invirtieron los papeles, luego de una campaña plagada de acusaciones entre los dos partidos que midieron sus fuerzas en esta contienda electoral. Desafortunadamente para Alfonso Elías Serrano, candidato del PRI-Sonora, este no fue favorecido con el voto mayoritario de los sonorenses afectando al gobierno de Bours Castelo, ya que el rechazo resentido por el candidato priísta también se interpreta como una desaprobación para el gobernador en turno. Motivos pueden existir muchos.
Aún ante esta realidad el PRI-Sonora no reconoce el triunfo del panista Guillermo Padrés Elías y por consiguiente este ha sido impugnado y tendrá que ventilarse en los tribunales. Ahora son los priístas los que se quejan de inequidad y de irregularidades generalizadas en la elección. Presuntamente los panistas han rebasado a los priístas en el maquiavelismo de enturbiar y torcer los resultados de las elecciones a favor de sus candidatos.
No obstante, lo que ha sucedido en las dos últimas elecciones para gobernador en Sonora no es producto de la casualidad. Los grupos de poder político y económico están muy conflictuados. En 2003 no se pusieron de acuerdo y condujeron al estado y sus instituciones a una elección de gobernador muy cerrada. En 2009 los cuadros de esa misma película vuelven a repetirse. Los ciudadanos se han convertido en actores importantes, pero no son los protagonistas.
Ante este estado de cosas, y luego que los enfrentamientos se han trasladado al terreno de los intereses y la lucha por el poder, este asunto tendrá que resolverse judicialmente. Por eso, tal como lo dijo uno de los tantos y ese si protagonista de lo que está sucediendo, estamos en condiciones de asegurar que, efectivamente, en Sonora no se ha dicho la última palabra en lo que se refiere a la elección de gobernador.

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